Voy caminando a buen ritmo, así que alcanzo la parada de autobús con tiempo suficiente, como para no tener que quedarme mirando como se va el H10, cosa que me pasa a diario. En el banco hay una señora con un niño sentados y al verme se ponen de pie para dejarme sitio, pienso que no hace falta que se levanten, cabemos los tres, pero ya estoy acostumbrado a este tipo de reacción, mi anatomía ocupa todo el paisaje, es normal que la gente prefiera no sacar cuentas e interpretar que ocuparé todos los espacios libres. El niño me queda mirando y su madre le indica que no lo haga, <<Estoy gordo, nada más>> pienso, mientras le sonrío a la madre, que gira la cara hacia el otro lado. Frente hay un cartel publicitario con una frase: “Me gusta como soy” (pensamiento que debía ser de la modelo un tanto pasada de peso que ocupaba todo el resto de la publicidad), pensé que solo las modelos delgadas tenían la posibilidad de no reivindicar nada, no hace falta que una hermosa modelo delgada diga “Me gusta como soy”, eso se da por supuesto…
Desde que llegué a este estado de obesidad no dejo de ver este tipo de cosas, publicidades, anuncios, artículos que hablan de trastornos alimenticios… Es como cuando se me ocurrió hacer dieta, no dejaba de ver anuncios de comidas, y hasta en el metro te daban a probar cosas gratis ¡Así no hay quien pueda adelgazar tranquilo! Entre todos ayudaron a que llegara a estar como estoy ahora, sí ya sé, otra vez echando la culpa a los demás de algo que hice yo solo, pero no puedo evitarlo, culpar a la sociedad de lo que me pasa es normal, después de todo, si no fuera porque siempre me presionaron para ser el mejor, tener la mejor pareja, el mejor trabajo, etc., no habría caído en la cuenta de que soy un perdedor, porque nunca llegué a cumplir ninguno de esos requisitos. Sería feliz si nadie me hubiese presionado, me hubiera aceptado a mi mismo y no hubiese necesitado auto castigarme, comiendo toneladas de grasas y azúcares.
Todos mis recuerdos llegan hasta el primer día que me desperté gordo, sí, porque fue de un día para otro, no logro recordar a nadie que me indicara que estaba engordando, no sé cómo llegué a estar así de obeso. También comencé a vestirme con mal gusto, no sé por qué la gente que confecciona ropa, se empeña en vestirnos mal, feas telas, feos colores, no me imagino a ningún diseñador importante preocupado por vestir a personas gordas con buen gusto. Tengo que reconocer que lo de la falta de aseo, cosa que también acompaña a mi estado, es toda responsabilidad mía, pero es porque se torna difícil llegar a ciertas zonas…
Recuerdo un día en particular en que, sentándome en un banco de plaza, empecé a arrojar pequeñas migas (del bocadillo que estaba comiendo) a un grupo palomas, se acercaron picoteando felices las migas esparcidas por el suelo, una mujer que pasaba por ahí se sentó a mi lado, una de las palomas con más confianza se subió de repente a mi falda, no me asusté, ni hice ningún gesto por apartarla, la señorita a mi lado dijo con una voz clara y alegre “se ve que aprecia a los animales, la paloma ha notado que puede confiar en usted”, pero, en el momento justo que me disponía a contestarle algo amable, a esa linda señorita, la pequeña paloma se acercó a mi ombligo (que asomaba por debajo de la camiseta) me sacó una pelusa que, a saber cuantos días llevaba ahí, y salió volando con su botín en el pico, no tengo que decir que la hermosa mujer se levantó al momento y se alejó de mi banco de plaza, de mí y de mi posible vida en común con ella…
<<Ahí llega mi autobús>>, me subo contento pensando que estos son los últimos días que voy a sufrir este tipo de desprecio o marginación, voy al hospital a que me hagan una reducción de estómago, <<hoy es el primer día del resto de mi vida>> pienso, y sonrío por utilizar una de las tantas frases trilladas que la gente suele usar en estos casos y me termino el bocadillo de jamón con bastante aceite que me traje para no pasar hambre en el camino, !A que con un bocadillo en la mano todo parece más fácil¡