Confieso que fui a esa reunión con un sentimiento de desaliento, mi vida se estaban viniendo abajo y no sabía cómo iba a salir de este pozo en donde estaba cayendo, también confieso que tenía cierto prejuicio hacia la anfitriona, me habían dicho que era físicamente fea, con un pelo con tendencia a enmarañarse y de un estatura más bien baja. Esta era la imagen mental que tenía de Clara antes de conocerla, una imagen de una persona insignificante.
Eran las diez en punto cuando llamé al timbre de su casa, me atendió una señora mayor, aparentemente muda porque me indicó que pasará y que la siguiera solo con gestos, extendió el brazo y me señaló la puerta del salón. Entré en una sala bien iluminada, con pocos muebles, un gran ventanal con cortinas de un blanco perfecto, a la izquierda de la ventana, una gran biblioteca cubría toda la pared, alcancé a ver títulos como María Estuardo de Schiller y Relatos de Sweig. En el centro del salón había una mesa redonda, donde ya estaban sentados casi todos los participantes de esa reunión de «Intelectuales», según ponía en mi pequeña tarjeta de invitación.
—Buenas noches— Saludé y me senté en una de las sillas libres.
No tuve tiempo de analizar a los participantes porque enseguida sentarme, se abrió la puerta y entró Clara, nuestra anfitriona. Cuando la vi, no pude poner sobre esta persona, que venía caminando hacia nosotros con un andar majestuoso, ninguno de los calificativos que había escuchado de ella, es verdad que no era linda, pero su cara tenía unos rasgos suaves, serenos, sus ojos parecían sonreír aún estando seria, su porte era, aunque no esbelto, recto y firme y su andar transmitía seguridad en sí misma.
Saludó y se sentó, y con ese gesto dio comienzo a la reunión. Era la primear vez que asistía a una reunión de este tipo y no estaba pasando un buen momento a nivel emocional, es por eso que me limité solo a escuchar.
Todos los asistentes, incluida Clara, eran atractivos por su inteligencia, se notaba que tenían necesidad de transmitir sus conocimientos y sus pensamientos con otras personas, surgieron varios temas y se recomendaron varios escritos y ensayos de autores que apenas había escuchado nombrar. Sin dejar de prestar atención a este singular grupo, pensé por primera vez en qué estaba haciendo yo ahí, me considero una persona curiosa y con mucha cultura general, pero estoy lejos de ser un intelectual.
Pronto empezaron a salir temas de carácter más esotérico y religioso, pero se trataron con cierta asepsia, por esta razón despertaron mi interés, ya que me considero una persona más bien laica y no soy dado a lo religioso ni a lo sobrenatural.
Me sobresaltó la voz de Clara cuando sin venir a cuento se dirigió a mí.
—Te vi esta mañana en el cementerio, casi se me presenta tu imagen ahora mismo, es como si te estuviera viendo, como en una imagen en blanco y negro, si no fuera por ese ramo de flores amarillas que tengo por fuerza que destacar, ¿Por qué elegiste ese color?.
Me extrañó su pregunta, me hubiese esperado algo como <<¿Para quién eran las flores?>> , aún así le contesté sin mostrar ninguna sorpresa.
—Eran las más baratas de la floristería.
—¡Ah! Ya veo, eres de los que piensan que es una pérdida de dinero el conservar el cuerpo de alguien que ya no está, pero que igualmente respeta los rituales si no hay más remedio.
—Sí— Contesté —Hay cosas que terminamos haciendo porque es más fácil que dar explicaciones.
—Eres raro— Dijo mirándome a los ojos sin bajar la mirada en ningún momento.
—¿Raro por qué?
—Porque no me has preguntado, qué hacía yo en el cementerio esta mañana, algo que cualquier persona hubiese preguntado, no es como encontrarse en un mercado, hay preguntas que se deben hacer por cortesía, cuando nos encontramos en sitios como ese.
La quedé mirando y asintió con la cabeza como afirmando su apreciación de que yo era raro.
La reunión terminó y ella se acercó a mí y me acompañó hasta la puerta, me extendió la mano y me dijo, <<Eres libre, pero aún no lo sabes>> Sin soltarme la mano agregó <<¿Qué pensaría un gorrión que está soñando que es un águila, pero que está atrapada en una red?, ¡Que puede escapar por el agujero de la red! Porqu, aunque sueña que es un águila, sigue siendo un gorrión y sabe que puede escapar por ese pequeño agujero de la red… ¡Despierta! Aún puedes escapar>> , y cerró la puerta.
Me quedé un rato de pie, pensando y en mi cabeza empezó a sonar como una música, me sentí como aquel personaje de la película «Mala sangre» y empecé a correr como un loco por las calles, a esa hora vacías, de Barcelona, una palomas rezagadas que aún no estaban en su nido salieron volando y pensé <<¿Por qué no se van? ¿Por qué no se van de esta ciudad gris al campo?>> Y corrí y un grito de impotencia salió de mi garganta ¡POR QUÉ NO SE VAN!, ¿Por qué no me voy?….